miércoles, 20 de junio de 2012

Memorias de Hugh Hopper


Hugh Hopper
Hace tiempo atrás mi amigo Sebastián Astorga me sugirió que escribiera una conversación que el 4 de mayo de 2006 tuve en Paris con Hugh Hopper, bajista de la segunda y a juicio general más importante formación del grupo de rock psicodélico y jazz inglés Soft Machine. No consideré su idea hasta ahora que escuchaba uno de los primeros temas de Hopper: Memories, de 1966, un tema magnífico y dramático, favorecido por el sonido en directo y el timbre de voz de Robert Wyatt, y que luego en 1974 tendría una versión aún más profunda, nuevamente en vivo, esta vez en el Real Teatro Drury Lane, (actualmente escenario de estúpidos musicales) y también con Hopper en el bajo y Wyatt en la voz. Esta segunda versión de Memories muestra el despliegue total de la Canterbury Scene (o Sound), movimiento que tuvo su origen en esa primera versión de Memories tocada por los Wilde Flowers, y que a esas alturas de 1974 era una extensa familia de bandas y músicos: los mismos Soft Machine, Gong, Hatfield and the North, Fred Frith (miembro de Henry Cow), Mike Oldfield, Caravan, Matching Mole, y otros muchos músicos relacionados como Nick Mason de Pink Floyd y Andy Summers de Police. Un movimiento artístico por derecho (o sonido) propio, de vanguardia en muchos sentidos, y que entre sus legados más caracterísiticos probablemente se reconozca la sofisticación de la psicodelia (literalmente, sofisticación educada bajo el alero de tipos como William Borroughs y Robert Graves) y la síntesis entre el jazz y el rock (mucho más lograda, a mi juicio, que su contraparte norteamericana con Mahavishnu Orchestra o Return to Forever). Hopper fue uno de sus fundadores y para no seguir olvidando la cerveza que nos tomamos escribo, cinco años después, este breve relato.
Estaba de paseo en Paris y una noche Hopper se presentaba con su banda Soft Bounds en un pequeño bar llamado Sunset. Soft Bounds era una especie de tributo a Soft Machine, donde además de Hopper tocaba su saxophonista, Elton Dean (de quien Elton John tomó su nombre). Elton Dean probablemente no esté entre los grandes saxofones del jazz, pero para mi, y para muchos, su sonido es auténtico, tonal, cadencioso y también estridente y amplificado, que al final era su sello porque tocaba un raro y agudo saxo híbrido llamado Saxello. Nunca me he cansado de escuchar la sección ‘Backwards’ de ‘Slightly all the time’ en el tercer disco de Soft Machine (1970), donde Dean progresa sobre la base de un órgano con wah-wah. Dean había muerto poco antes, en febrero, y el concierto era en su homenaje. No más de treinta personas asistieron. Tocaron unos temas nuevos, un tanto débil, lo que me hacía pensar en el conflicto entre la edad y la música, o entre la edad y todo. Típicamente, cuando tienes más de 60 años ya no tocas como antes.
En el intermedio algunos fuimos a la barra a buscar cervezas, incluyendo Hopper. El tipo se dió cuenta que lo miraba con admiración, así que me saludo y hablamos. Traté de hacer las mejores preguntas que pude, aunque ya he olvidado parte de la conversación. Recuerdo que una de las primeras cosas que quería saber era dónde estaba su gran bajo Fender, que usó desde los discos 3 al 6 (cuando dejo el grupo, en 1973). Ese bajo le daba todo el soporte a la banda, sobre todo porque el teclado no hacía muchos acordes, y además cuando le ponía fuzz estaba inventando un nuevo sonido. Me dijo que era muy grande y pesado, y que ya no se lo podía. Ahora tocaba con un bajo negro pequeño y de sonido brillante. Le dijé que el tercer disco de Soft Machine era mi favorito y le pregunté sobre cuál era el suyo, y respondió que su tema Facelift, de ese disco, era uno de los que más le gustaba ¿Cómo está Robert Wyatt? Bien, hablamos por teléfono la semana pasada ¿Y Mike Ratledge? No lo sé ¿Pero, se sigue dedicando a la música? No, creo que ahora vende computadoras. Entremedio me presenta a su hija, una mujer de apariencia dulce, que se veía como de 35 años. Le cuento que su canción “A certain kind,” grabada por Soft Machine en el primer disco de 1968 (donde él no participó como miembro oficial, sino que Kevin Ayers) era para mi, y todos mis amigos de la juventud, era un momento especialmente emotivo de nuestras borracheras. Una balada sincera y platónica, con un vibrato bacán en el órgano, que escuchábamos sin enteder muy bien la letra y sin haber tenido tampoco ningún amor real. Seguramente él tampoco cuándo la compuso porque, ahí me dijo, fue a los catorce años y en muy poco rato ¡¿Qué clase de conocimiento es la música?! Concepto sin experiencia. Luego Hopper me dice que había estado leyendo sobre Chile y los escuadrones de la muerte. Creo que incluso recordó el nombre del Mamo Contreras … qué terrible, dijo. Se despidió y volvió a tocar. Ahora si atacaban con los viejos temas: Kings and Queens y Virtually, dos composiciones suyas del cuarto de Soft Machine (1971). Seguía sonando débil, pero igual estaba escuchando a Soft Machine de primera fuente. En este momento, el Sunset era él único lugar dónde encontrar un eco de ese sonido que ya fue.
Contrariamente a lo que se pueda pensar, el sónido de Canterbury, pequeña ciudad de cuarenta mil personas, no es grandilocuente. Al menos no lo es en su sentido original, especialmente si lo comparamos con las pretensiones estéticas del rock progresivo (lugar en que algunos de sus exponentes terminaron) o incluso del punk. Más bien, es como uno de los extremos alcanzados por la larga tradición melódica inglesa; el beat extendiéndose sobre ‘nursery rhymes’ y ‘fairy tales’. Aunque no parece ser muy recordado en Inglaterra ni en Europa. Una vez en 2005 fui a ver a la banda de jazz rock Hatfield and the North, reunidos por primera vez en más de veinte años ante sólo doscientas peronas en Londres, poco antes que muriera el baterista Pip Pyle, el Billy Cobham inglés. Otra vez vi a Fred Frith en el Teatro Oriente de Santiago; habrán sido unas mil personas escuchando sonidos sin canciones. En Inglaterra Fred Firth jamás llevaría mil personas a ninguna parte.
Hugh Hopper murió de cáncer en junio de 2009.
Nicolás Fleet, 2011
nota extraida de RL semanal http://www.revistalecturas.cl

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